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PARTÍU CARLISTA: pola defensa de la nuesa tierra

Nueves Alternatives Sociales

Unas reflexiones en torno a la reforma del “Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias”

Unas reflexiones en torno a la reforma del “Estatuto de Autonomía del Principado de Asturias”

El 31 de octubre de 2006 el Departamento de Sociología, Estadística e Informática del Arzobispado de Oviedo publico un lúcido trabajo de MATERIALES DE REFLEXIÓN EN TORNO A LA REFORMA DEL “ESTATUTO DE AUTONOMIA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS”, cuyos autores son José Ramón Álvarez Álvarez y José Manuel Parrilla Fernández. A continuación reproducimos una parte de dicho trabajo (que podemos encontrar íntegramente en http://mas.lne.es/documentos/archivos/2-11-06-estatuto.pdf ). 

 

 

En Asturias y también en todo el Estado español sería necesario realizar con sosiego un debate previo a la reforma concreta del Estatuto. Tendría que ver con el tipo de Estado que nos conviene más a los asturianos, cuestión inicialmente más importante y de más hondo calado que la identidad regional, la ampliación de niveles competenciales o la misma financiación autonómica. ¿Por qué tenemos que dar por supuesto que el actual modelo es el mejor y no admite cambios?. ¿Por qué se elude sistemáticamente la posibilidad de un Estado federal o confederal?

 

Un asunto tan relevante como el Estatuto de Autonomía requiere un amplio consenso político. Así lo prevé el mecanismo de reforma estatutaria. No obstante, habría que ir incluso más allá. El consenso final debiera ser precedido de un intenso debate en el participasen las fuerzas políticas y sociales y las institucionales. Ninguna parte de la sociedad asturiana debiera ser excluida. La política es demasiado importante para dejarla en las solas manos de la clase política que suele estar muy condicionada por los intereses partidistas.

 

El tema lingüístico, continuamente aparcado por los partidos mayoritarios y dejado al socaire de presuntos intelectuales venidos de Dios sabe dónde, debiera ser resuelto, satisfactoria y definitivamente, en el nuevo Estatuto. Está en juego un elemento fundamental de nuestra identidad cultural. El argumento que se aduce de falta de apoyo social para la normalización lingüística se cae por su propio peso al ser utilizado por quienes tienen o han tenido la responsabilidad de su conservación y difusión. En último término, cuenta con bastante más apoyo social que otras iniciativas puestas en marcha recientemente en la región (v.g.: TV autonómica). 

 

El debate acerca de los conceptos “nación”, “estado”, “realidad nacional”, “comunidad histórica”,... debe ser desdramatizado, pues estado y nación son realidades distintas: existen naciones divididas, formando parte de varios estados, existen naciones sin estado y existen estados plurinacionales, es decir, compuestos de varias naciones. El estado es una institución política creada en un momento dado y en razón de unas circunstancias históricas determinadas. En cambio, la nación existe de hecho, a partir de un pasado común y unos rasgos socio-culturales (lenguaje, costumbres, religión, etnia,...) que crean una fuerte solidaridad entre sus miembros; por ello la nación asume una función unificadora, creadora de cohesión entre los individuos del grupo nacional, sobre la base de una común referencia afectiva.

 

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) “reconoce la importancia de la soberanía nacional, concebida ante todo como expresión de la libertad que debe regular las relaciones entre los estados. La soberanía representa la subjetividad de una nación en su perfil político, económico, social y cultural. La dimensión cultural adquiere un valor decisivo como punto de apoyo para resistir los actos de agresión o las formas de dominio que condicionan la libertad de un país: la cultura constituye la garantía para conservar la identidad de un pueblo, expresa y promueve su soberanía espiritual”[7].

En este sentido, la idea de nación aparece como presupuesto para la reivindicación de la autonomía política: las naciones que tienen conciencia de la propia individualidad histórica desean verla reconocida. Y esa conciencia de ser nación constituye el grupo nacional como un pueblo que, siendo colectivamente consciente de su identidad, puede reclamar su derecho a ejercer la soberanía y, por tanto, la autodeterminación.

 

La DSI afirma que el ejercicio de la soberanía nacional se basa en los derechos de las naciones, que son “derechos humanos considerados a este específico nivel de la vida comunitaria”. Así, “el derecho internacional se basa sobre el principio del igual respeto, por parte de los estados, del derecho de autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en vista del bien común superior de la humanidad”[8].

“Las identidades nacionales operan como una fuente válida de identidad personal y es moralmente defendible que deseen proteger su identidad contra las fuerzas que puedan amenazarla”; por ello mismo, “las naciones proporcionan un foco para la autodeterminación”, en el sentido de que la “la nación debería desarrollar estructuras estatales que permitan a los ciudadanos decidir por sí mismos cuestiones de importancia general”[9].

 

Afirmado ese “principio de nacionalidad”, es preciso tomar cuenta de que actualmente las identidades nacionales sólo pueden ser una influencia benigna si son vividas desde la tolerante aceptación de las múltiples identidades que los individuos pueden asumir y de la realidad multicultural y multiétnica en la que estamos llamados a convivir. Esto significa que la apertura hacia los demás pueblos y personas no se hace a base de negar la propia referencia de identidad, sino haciéndola convivir con otras afiliaciones múltiples: mi nacionalidad no me impide ser ciudadano de otras comunidades más amplias[10].
 

Ello exige superar la idea de nación como “comunidad étnica”, que a veces asume rasgos xenófobos, es decir, basada no sólo en los rasgos culturales comunes, sino también en la aceptación de los derechos y deberes ciudadanos asumidos colectivamente en el presente. En tal sentido, la DSI señala que “la soberanía nacional no es un absoluto” y que “las naciones pueden renunciar libremente al ejercicio de de algunos de sus derechos, en orden a lograr un objetivo común, con la conciencia de formar una “familia”, donde deben reinar la confianza recíproca, el apoyo y respeto mutuos”[11].

 

Por tanto, no se trata de negar el principio de nacionalidad, sino de hacerlo compatible con la edificación de identidades nacionales capaces de integrar el pluralismo y la mutabilidad de la cultura contemporánea. Ello supone reestructurar las formas de identidad nacional de manera que, subrayando lo distintivo de la nación y sus aspiraciones, lo haga en un entorno tolerante de otras identidades paralelas”.

(...) En ningún caso el ordenamiento jurídico-político actual debe ser considerado inmutable ni el bien común está necesariamente más garantizado a priori por unos u otros tipos de estructuraciones territoriales de los estados. Por ello, ni la unidad de España se debe sacralizar o confundir con el bien moral, ni es aceptable tampoco absolutizar las pretensiones de cualquier otra nación (sea ésta Cataluña, Euskadi, Croacia –cuya secesión de Yugoslavia fue alentada por la Santa Sede-, Asturias,...) desentendiéndose del principio de solidaridad.

En la política asturiana no está en litigio ninguna suerte de separatismo ni las fuerzas de signo nacionalista platean ninguna pretensión de desvincular Asturias del Estado español. El problemas asturiano es hoy el inverso: se trata de sentirse y afirmarse en lo que es, un pueblo con identidad propia, y en consecuencia pasar de las actitudes superficiales de una “asturianía de escaparate” (algunos hablan de “covadonguismo”) a una toma de conciencia profunda de que la forma más eficaz de afrontar la globalización no es la negación de la propia especificad ni la aceptación pasiva de modelos uniformizadores, presentados como exigencia de modernidad. Se ha dicho que “Asturias ye el país que nun quier ser”. La autoestima como pueblo no está reñida con la solidaridad, más bien es condición para ella; y Asturias, comunidad solidaria con los otros pueblos de España y de la Unión Europea, necesita y reclama también la solidaridad de los demás pueblos españoles y europeos; pero ello no debe hacerse a costa de renunciar a su identidad especifica o reducirla a expresiones grandilocuentes pero desprovistas de verdadero contenido político (comenzando por la denominación “Principado de Asturias” y siguiendo por los premios que llevan tal nombre).

 

 Un nuevo Estatuto de Autonomía para Asturias no tendría sentido como un ejercicio mimético o una consecuencia inevitable de la nueva carrera de reformas emprendida en el Estado de las autonomías, aunque ello haga ineludible afrontar la nueva situación inducida por reformas de otras CCAA. La reforma tendrá pleno sentido y razón de ser si entre todos la convertimos en una ocasión para que toda la ciudadanía asturiana tome conciencia de la necesidad de revitalizar nuestra identidad, poner en valor nuestras instituciones, evaluar el camino recorrido por nuestra autonomía y establecer nuevas estructuras de articulación de esa comunidad con el resto del Estado.

 

 A las instituciones autonómicas corresponde la máxima responsabilidad en procurar esta implicación colectiva en la renovación del Estatuto; pero las fuerzas políticas y todas las organizaciones y asociaciones que componen el tejido social asturiano están llamadas a contribuir con generosidad a este esfuerzo común, para que la reforma estatutaria sea ocasión de verdadero avance en el autogobierno y en la afirmación de Asturias.

 

 También la Iglesia asturiana, llegada la hora de afrontar la reforma del Estatuto de Autonomía, está llamada a conjugar su proyección universal con un profundo sentido de la encarnación en la realidad asturiana; por ello, en todos sus estamentos, debe prestar atención a los actuales signos de los tiempos y contribuir al bien común en este momento relevante de la historia de Asturias, como lo ha hecho en otras ocasiones de su dilatada tradición social.



[7] PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ (2004), Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n. 435.
[8] Ibíd.., n. 157.
[9] Estas afirmaciones son del Premio Príncipe de Asturias 2003, Anthony Giddens, autor nada sospechoso de radicalismos; sostiene Giddens que es necesario superar dos ideas sobre nación y nacionalismo ampliamente extendidas en la izquierda política: una, que el nacionalismo es una cuestión puramente emotiva, desprovista de racionalidad; la otra, que el nacionalismo sea necesariamente una doctrina derechista y hostil a los valores de la izquierda: cf. GIDDENS A: (1999), La Tercera Vía. La renovación de la social-democracia, Taurus, Madrid, 155-156.

[10] Para un catalán, por ejemplo, la fórmula podría ser: “mi nacionalidad es catalana y mi ciudadanía es española y europea”.

[11] PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ (2004), Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, l.c.

¡CAMBIEMOS LA POLÍTICA AGRÍCOLA DE LA UNIÓN EUROPEA !

Llamamiento Europeo e Internacional
Bruselas

24/05/2004

Llamamiento europeo e internacional: ¡Cambiemos la Política Agrícola de la Union Europea!
Nosotros, campesinas y campesinos de Europa, hoy amenazados de desaparición a causa de la Política Agrícola Común actual de la Union Europea ampliada,
Nosotros, ciudadanas y ciudadanos europeos, victimas de esta politica al nivel de la calidad de los productos (industrializacion de la production agricola), del medio ambiente , del biene estar de los animales (ganaderia industrial), del empleo y del mundo rural (voluntad de la Unión Europea de disminuir fuertemente el número de las explotaciones y concentración de la producción en algunas regiones), de la financiación (presupuesto agricola repartido injustamente entre explotaciones, sectores y paises),

Nosotros, campesinas y campesinos de los Estados Unidos ( EE.UU), víctimas de una política agrícola similar metida en la misma dinámica de dumping que la Unión Europea (la política agrícola norteamericana no tiene umbrales de precio mínimo, por lo que los precios están por los suelos, y carece también de una política de reservas para ayudar a estabilizar la oferta. Necesitamos un programa de gestión de la oferta en el cuál nuestros precios de venta en origen se basen en los precios de producción y que sustituya al sistema actual, el cuál obliga a los campesinos a cultivar en cada centímetro cuadrado y observa cómo nuestro maíz y soja baratos se convierten en alimento para la gran industria ganadera),

Nosotros, campesinas y campesinos de África, America Latin y Asia, a quienes se nos ha impedido cultivar nuestros propios alimentos a causa de las importaciones a bajo precio provenientes de la UE y de los EE.UUs, y primer grupo social a padecer hambre, pobreza y migraciones rurales.

Nosotros, campesinas y campesinos del mundo entero, juguetes de las superproducción alentados para hacer caer los precios agrícolas, perjudicados por los niveles de precios mantenidos artificialmente muy bajos en los mercados internacionales, y víctimas de la desregulación de los mercados, que hoy están en función de los intereses de las empresas transnacionales,
Declaramos que la Politica Agricola Común actual • Ha perdido legitimación tanto a nivel europeo como internacional, • destruye empleo en el mundo rural • Debe reorientarse según las necesidades y expectativas de los campesinos y de los ciudadanos (y no a tenor de las grandes distribuidoras y la agro-industria),

Declaramos que otra política agrícola europea es posible,
Declaramos que el conjunto de los campesinos/las campesinas y los ciudadanos/nas podrá forzar a los Gobiernos a cambiar de política agrícola,

Declaramos lanzar en el día de hoy una campaña europea e internacional con este objetivo
Salvemos a los campesinos y las campesinas Salvemos nuestra alimentación Salvemos nuestros paisajes Salvemos el Planeta

Por qué hay que cambiar la Politica Agricola Comun (PAC) ?
El fracaso de las negociaciones de Cancún, en la Organización Mundial del Comercio (OMC), en septiembre de 2003 puso de manifiesto el punto muerto con el que se ha comprometido la Unión Europea al reformar su política agrícola. La PAC necesita recuperar credibilidad y legitimidad internacionales. Además, con el fin de la cláusula de paz en la OMC, la UE probablemente deberá enfrentarse a una serie de quejas, que le obligarán a revisar la reforma de la PAC, concebida sobre todo para las negociaciones en la OMC.

La Política Agrícola Común adoptada en junio de 2003, seguida de las reformas de algunos productos mediterráneos en abril de 2004, contrariamente a las alegaciones de las Instituciones Europeas, no cuestiona ni el productivismo ni el dumping de la Unión Europea. La UE y los EE.UU. simplemente han desplazado su forma de apoyo por la exportación a precios bajos, remplazando las ayudas a la exportación por los pagos directos desvinculados de la producción (caja verde de la OMC). El objetivo y es claro:
  •     abastecimiento a bajo precio a la industria agro-alimentaria y a las grandes distribuidoras,
  •     drástica disminución del número de agricultores/as en Europa,
  •     empleo a menudo de baja calidad para los asalariados en las explotaciones agrícolas,
  •     exportación de excedentes a bajo precio a los países terceros, lo que arruina sus economías agrícolas locales. Con el abandono de varios millones de pequeñas explotaciones de Europa Central, esta PAC brutal no les traerá una perspectiva económica ni social. Sin confesarlo, la UE esta preparando una deslocalización importante de la producción agrícola en otros continentes para la agro-industria europea. Este proceso ya ha empezado. Cambiemos sus prioridades :

Apliquemos en la Unión Europea el principio de soberanía alimentaria* para hacer una PAC legítima, sostenible y solidaria. Para ello hace falta :
  •     desarrollar una agricultura campesina en Europa, que priorice el abastecimiento del mercado interno europeo,
  •     reconocer y mantener el trabajo agrícola gracias a precios vinculados a los costes de producción,
  •     controlar la oferta de producción agricola,,
  •     desarrollar modos de producción sostenibles tanto social como medioambientalmente,
  •     recobrar una mejor autonomía europea para los piensos, en particular las proteínas vegetales y las oleaginosas,
  •     ofrecer productos de calidad y seguros,
  •     favorecer los mercados regionales y la transformación local de los productos,
  •     desarrollar un modo rural vivo, basado en un tejido de pequeñas y medianas explotaciones agrícolas: los agricultores desean «vecinos en vez de hectáreas», en todo el territorio de la UE, ya sea zona desfavorecida,de montaña, u otra calificación.
  •     Dar la prioridad a la instalación de jóvenes campesinas y campesinos,
  •     Reemplazar la competencia por la solidaridad como principio económico y social de la UE a 25 países
  •     negociar nuevas reglas para un comercio internacional sin ningún tipo de dumping.

Las organizaciones abajo firmantes lanzan un llamamiemto a las organizaciones campesinas del Norte y del Sur, así como a las demás asociaciones de la Sociedad civil, para que hagan una campaña conjunta desde ahora que obligue a nuestros Gobiernos y a nuestras instancias internacionales a cambiar la Política Agrícola Común y adoptar políticas agrícolas y comerciales solidarias

* « La Soberanía Alimentaria designa el DERECHO de los pueblos, de sus países o Uniones a definir su propia política agrícola y alimentaria, sin dumping en relación a países terceros" (Vía campesina)
Primeras firmas
CPE* Coordinadora Campesina Europea: BélgicaFUJA-Front Uni des Jeunes Agriculteurs,VAC-Vlaams Agrarisch Centrum, MAP- Mouvement d’Action Paysanne. Deutschland ABL-Arbeits-gemeinschaft bäuerliche Landwirtschaft, BDM-Bundesverband Deutscher Milchviehhalter Estado Español SLG- Sindicato Labrego Galego, EHNE- Euskal Herriko Nekazarien Elkartasuna, UAGR-Union de Agricultores y Ganaderos de Rioja, Plataforma Rural- France Confédération Paysanne, MODEF-Confédération Nationale des Syndicats d’Exploitants Familiaux- Italia ARI-Associazione Rurale Italiana, Foro Contadino- Luxemburg FLB-Fräie Lëtzebuerger Baureverband- Nederland- KLB-Kritisch Landbouw-beraad- Norge NBS-Norske Bonde og Smabrukarlag- Österreich-ÖBV-Österreichische Bergbauernvereinigung- Portugal -CNA-Confederação Nacional da Agricultura- Suisse- Uniterre, VKMB-Vereinigung zum Schutz der kleinen und mittleren Bauern- Sverige- Nordbruk- United Kingdom -FFA- Family Farmers’ Association- Magyar-MAGOSZ-Magyar Gazdakörök Es Gazdaszövetkezetek Szövetsege- Malta- ATB-Assocjazzjoni Tal-Bdiewa Europe-MIJARC-Mouvement International de Jeunesse Agricole et rurale catholique.
COAG* Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (España)
SOC* Sindicato de Obreros del Campo (Andalucia- España)
NFFC* National Family Farm Coalition (Estados Unidos)
FSPI* Federation of Peasant Union of Indonesia
MST* Movimiento Sem Terra (Brasil)
VIA CAMPESINA
ROPPA Réseau des Organisations Paysannes et des Producteurs de l’Afrique de l’Ouest (África)
Platform ABC (Países Bajos): NMV-Dutch Dairyfarmers Union, NAJK-Dutch Agrarian Youngsters, NAV-Dutch Arable farmers Union, WLA-Working group on Agriculture and poverty, Point of support for National Female Farmers Concerns, Foundation Hands off milkleasing, KLB- Critical Agriculture Council, Association on Organic Agriculture and Nutrition.

EL CARLISMO, UNA FUERZA ECOLOGISTA

EL CARLISMO, UNA FUERZA ECOLOGISTA

El origen del Carlismo radica, como es sabido, en la sublevación, en 1833, del campesinado de los pueblos hispanos, (entonces sector mayoritario de la población), contra la imposición del liberalismo que, de un plumazo, aniquilaba la organización socio­económica de aquellas comunidades, sus expresiones ideológicas y culturales, de las que la religión era columna vertebral, y sus libertades forales, allá donde hubieran podido ser conservadas. No se trató pues, como interesadamente se ha querido hacer creer, de una lucha por que reinase tal o cual personaje, sino de las clases populares en defensa de sus intereses contra la burguesía.

Estas comunidades habían desarrollado, a lo largo de los siglos, una interacción con su medio y un estado de equilibrio que la rapacidad del liberalismo destruirá. En 1871 el diputado carlista guipuzcoano Vicente Manterola, alertaría en las Cortes de Madrid del desastre que se avecinaba al grito de ¡Don Carlos o el petróleo!, de triste actualidad en estos días de naufragios y guerras. Años después, alguien tan poco sospechoso de carlismo como Joaquín Costa, achacaba la responsabilidad de la pavorosa deforestación al "hacha desamortizadora".

Desarticulación de las bases que regían la vida del campesinado, con el consiguiente deterioro económico, éxodo rural, envejecimiento de la población, cuando no desaparición de pueblos enteros, irreparables perdidas culturales y, por supuesto, degradación ambiental, son las consecuencias de la imposición del  liberalismo.

El Carlismo hoy, fiel a su tradición comunalista, foral, popular y defensora de las identidades culturales de los pueblos, propugna la transformación de las estructuras políticas y económicas liberales, hacia otro sistema que denominamos autogestión global.

No hablamos de otra política, sino también de otra cultura, aquella cuya posibilidad de evolución fue cercenada a partir de 1833. Por eso insistiremos en que el problema del declive del Carlismo no tiene unas causas meramente políticas, sino sobre todo culturales, por lo que su resolución debe ser ante todo cultural. En otras palabras, no se trata de pergeñar bellas teorías o de ocupar tales o cuales puestos de concejales o de lo que sea, si no de dar respuesta a las exigencias de unos pueblos conscientes de sí mismos.

Dentro de esa cultura nueva y, a la vez, ancestral, la cultura ecológica ocupa un lugar fundamental. Debemos ruralizar las ciudades, para hacerlas más humanas y habitables, pero también urbanizar los pueblos, para que sus habitantes disfruten de los derechos y la calidad de vida comunes a todos los ciudadanos.

La conservación del equilibrio ecológico será la consecuencia de todo ello. Es más, es consustancial a la existencia de una democracia participativa, de un sistema autogestionario gestionado por ciudadanos responsables y protagonistas de su devenir, lejos de los sistemas liberales de partitocracia, caciquismo, politiquería y corrupción que conocemos.

De esta forma, la política ambiental no es, para nosotros, una política sectorial, como lo es para los partidos liberales, bien sean conservadores  o socialdemócratas, sino auténticamente transversal a todas las demás políticas.

 

Par otra parte, creemos que en la política ambiental, como en otros ámbitos, la educación es fundamental. En efecto, el respeto al entorno comienza en nuestras acciones cotidianas, como pueden ser el uso del agua o el tratamiento de las basuras. Por eso, tanto la solución como a los problemas globales -energéticos, de residuos, de recursos, de producción y consumo, de sostenibilidad en suma- pasa par un análisis que debe comenzar por la consideración de las necesidades de las entidades socioeconómicas y políticas mas básicas, para ir hacia las mas amplias, análisis que sólo puede resultar válido desde un planteamiento autogestionario.

Consecuentemente, no podemos más que estar en contra de los macroproyectos que, en definitiva, solo favorecen a la oligarquía de siempre, tales como los planteamientos energéticos masivos y monopolizadores, cuya punta de lanza siguen siendo las centrales nucleares, o el demencial Plan Hidrológico Nacional, del que su principal virtualidad es la de proporcionar ingentes beneficios a las empresas cementeras y de obras públicas, a costa de cercenar las posibilidades de desarrollo sostenible del Pirineo y la cuenca del Ebro.

Par tanto los Carlistas basamos nuestro programa de política ambiental en los siguientes puntos básicos.

1. Promoción universalizada de la Educación Ambiental.

2. Establecimiento de derechos y niveles ambientales a todos los niveles (doméstico, local, sectorial, municipal, etc.).

3. Análisis de necesidades ambientales a esos niveles, potenciando las soluciones locales antes que las externas (pequeñas centrales, soluciones mancomunadas, etc.), siempre en clave de solidaridad.

4. Rechazo a los macroproyectos (centrales nucleares, centrales eólicas descomunales, P.H.N., etc.)

En definitiva, propugnamos un mundo en el que el poder esté repartido entre los ciudadanos y en el que éstos sean responsables y protagonistas de su gestión.

Fernando Sánchez

¡ANTE ESTA GLOBALIZACIÓN: AUTOGESTIÓN!

Últimamente se ha agudizado mucho en nuestra sociedad  el debate sobre lo que hoy conocemos como “globalización”.

 

Los términos global y “globalización” empezaron a ser usados en las facultades económicas de Harvard, Columbia, Stanford y otras universidades de EEUU a principios de los años 80. Numerosas obras publicadas en estos centros, y la prensa económica y financiera anglosajona fue el vehículo utilizado para dar a conocer masivamente estas palabras. Existe una cierta confusión por el uso indistinto de las expresiones  “globalización” y “mundialización”, realidades que son distintas una de la otra. Al decir globalización nos referimos a la última fase del capital, que apunta a una expresión universal para mantener y aumentar sus ritmos de beneficios y ganancias, que subordina los valores humanos y la conservación del planeta  al crecimiento económico. “Mundialización” define el sentimiento de pertenencia a un mundo común, en el que estamos relacionados de una u otra manera, y al que tenemos que prestar toda nuestra atención para conservarlo en toda su riqueza y diversidad. En definitiva, hacerlo un lugar en le que la vida sea posible para todos.

 

   

Tras finalizar el periodo de crecimiento económico que se puso en marcha al acabar la II Guerra Mundial, se desató una crisis estructural del sistema que dio origen al neo-liberalismo, es decir a una nueva dominación del viejo capitalismo de siempre, que tuvo como principales exponentes a Reagan y Thatcher. El neo-liberalismo es la máxima expresión política e ideológica de la globalización, y se ha convertido en un dogma, en el modelo único en el que se inspiran todos los países capitalistas, y puesto en marcha en muchas ocasiones por gobiernos autodenominados “socialistas”.

 

El neo-liberalismo se basa en tres pilares fundamentales: la “libertad económica”, la “libertad política” y la “libertad de mercado”.

 

La “libertad económica” es entendida como la libre competencia y la supresión de las barreras aduaneras y proteccionistas, lo que conlleva la libertad de movimientos de las multinacionales para imponer en todo el mundo sus reglas. La pequeña empresa es incapaz de competir con las empresas transnacionales, que debido a su volumen y a su mayor nivel tecnológico producen más barato. Esta política hace que las empresas puedan instalarse en aquellos países que ofrecen una mano de obra y materias primas más baratas, y mayores ventajas fiscales.

 

La “libertad política” es sinónimo de democracia formal. Sólo hay sitio para quienes aceptan el sistema y las reglas de juego. Pero las medidas neo-liberales al ser implantadas en la sociedades generan rechazo y violencia, que dan lugar al nacimiento de fuerzas alternativas de oposición, que rápidamente son criminalizadas o manipuladas por gobiernos de turno, quedando marginados de la vida política oficial del país. Se busca la representación y no la participación, se subordina la política a la economía.

La “libertad de mercado” lleva en la lógica neo-liberal el desmantelamiento de los sistemas de protección social y la privatización del sector público. Cuando hay pérdidas las grandes empresas piden la ayuda del Estado, pero cuando hay beneficios se reparten entre una minoría privilegiada.

 

A la par que el fin del periodo de prosperidad económica de las posguerras, ha habido varios hechos que han logrado hacer creer a mucha gente en todo el planeta que la única salida del callejón en le que se encuentra el mundo es la globalización: el estrepitoso hundimiento de la URSS y el resto de la burocracias socialistas del Este, la revolución tecnológica, la desregulación de los movimientos internacionales del capital, la mundialización de la producción, la aparición de nuevas formas de explotación del trabajo y la apertura de las economías nacionales de los pueblos más pobres.

 

La caída de todo el bloque soviético, hizo que de horma apresurada se proclamase la imposibilidad de construir una sociedad socialista, es decir, un modelo alternativo al capitalismo. Lo que se hundió fue una burda caricatura del socialismo, pues no puede haber socialismo donde no hay JUSICIA, LIBERTAD, y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA. Por si fuera poco en la antigua URSS y en los países del Este se ha restaurado de nuevo el capitalismo y la economía de mercado. Esta restauración se ha producido en base a distintos conflictos armados y al robo de las arcas del estado a manos de antiguos dirigentes de sus aparatos burocráticos.

 

La revolución tecnológica ha venido dada por el desarrollo de las redes informáticas y las nuevas técnicas de la información, que han hecho que nazcan nuevas ramas de la producción y nuevas mercancías. La informática, la telecomunicaciones, la microelectrónica, o la robótica -nuevas tecnologías- están presentes en la actividad económica y sus aplicaciones en la investigación, la ciencias, la salud o la comunicaciones, han modificado la cultura y la técnica de nuestra sociedad, dando lugar a sectores de producción nuevos y a productos que antes no existían. Internet juega un papel fundamental en este campo.

La desregulación de los movimientos internacionales del capital producen que el dinero tenga una libertad de acción total, como nunca jamás lo había tenido anteriormente. Los Estados nacionales son incapaces de controlar y regular por medio de sus bancos centrales los imponentes movimientos de capital, que pueden dar lugar a desestabilizar los mercados de divisas, las tasas de interés y de cambio y un largo etcétera. Han perdido el monopolio para alterar ellos mismos los mercados.

        Se busca instalar las empresas y las fábricas allí donde mayores beneficios se obtengan y más rápidamente, teniendo a numerosos países bajo la amenaza de trasladar estas industrias si se producen reivindicaciones pidiendo mejoras salariales o disminución de horas de trabajo.

La mundialización de la producción conlleva la formación de oligopolios que dominan completamente la economía mundial. Las empresas transnacionales se organizan como empresas globales para intervenir en todo el mundo y preparadas para resistir cualquier tipo de competencia. La producción se deslocaliza, y se da el caso de que de algunos productos – los automóviles por ejemplo- se fabrican las piezas en diversos países, para conseguir menos costos y más beneficios.

 

La aparición de nuevas de explotación del trabajo es debido a que ahora ya no se utiliza el modelo “taylorista” de rígida disciplina, jerarquización de responsabilidades y control de los ritmos de producción, sino que se ha pasado al modelo “toyotista”, en el que se trabaja en equipo para involucrar a los trabajadores en la marcha de la empresa, se fomenta la polivalencia del trabajador y se buscan especialistas con un nivel alto de mecanización. Si el primer modelo – a pesar de ser injusto- hacía que existiese una solidaridad hacia la empresa, el segundo, incentiva la competencia y la rivalidad entre los trabajadores.

 

La apertura de las economías nacionales de los pueblos más pobres se nos ha intentado hacer creer que serviría para que estos alcanzasen niveles parecidos  a loas de los países desarrollados, pero en realidad demuestra que esto es una falsedad. Según la ONU, en más de un centenar de países, la renta per cápita es hoy más baja que hace quince años, eso lleva a que 1.600 millones de personas vivan ahora peor que en los años 80. El abismo entre los países ricos y los pobres se ha duplicado. La realidad de la globalización es que 258 millonarios disponen de una renta anual superior a la renta conjunta del 45% de los habitantes de la tierra, 4000 millones de personas viven con menos de 2 dólares diarios, el 20% de la humanidad no tiene suficiente para comer, más de 1.500 millones de personas no disponen de agua potable, las enfermedades infecciosas continúan causando una de cada cuatro muertes en le mundo, el 50% de los niños menores de 15 años morirán de SIDA en África meridional y 400 millones de niños se ven empujados a trabajar para sobrevivir.

 

Resumiendo, podemos afirmar que la globalización neo-liberal se caracteriza por la concentración del poder y la riqueza en unas pocas manos, la movilidad del capital, la combinación de la tecnología más moderna con la mano de obra más barata y la obediencia ciega la único fin que justifica todos los medios: la obtención rápida de beneficios económicos cada vez mayores.

 

Esto implica también un proyecto ideológico, político y social, proyecto totalmente enfrentado a la filosofía tradicional del CARLISMO, por lo que tenemos que declararnos beligerantes contra la globalización neo-liberal. No se trata de corregir lo que algunos califican como excesos, hay que atacar de raíz todo este fenómeno monstruoso, que genera de manera implacable marginación, miseria y explotación para millones de seres humanos y para pueblos y naciones.

Pola soberanía alimentaria. Escontra la criminalización de la protesta social.

Pola soberanía alimentaria. Escontra la criminalización de la protesta social.

Del mediuambiente al mieualambiente
Inseguridá alimentaria
Anque tamos avezaes a sentir lo contrario, nun ye la economía la que se mundializa sinón que ye’l mundu’l que se economiza, tornando tolos valores –materiales y simbólicos– al preciu’l mercau. Los restauranes de comida basoria son más qu’un símbolu d’esti procesu, ya que les sos práutiques tan estendíes per tol sistema agroalimentariu.
L’alimentación y la tierra dexen de formar parte de les nueses vides, y van reducise a un meru recursu. Les semilles xenéticamente modificaes, los pesticides o los antibióticos y tranquilizantes pa’l ganáu remplazen a les práutiques tradicionales y a la producción llocal. L’alimentación dexa de ser un drechu pa ser un riesgu, una fonte d’inseguridá. El mediuambiente ye sustituíu pol mieu al ambiente. Les presones que trabayen la tierra son represaliaes por reivindicar los sos drechos, que son los nuesos.
Desixir la soberanía alimentaria ye la única alternativa al esmantelamientu del mundu rural –incluyíu l’asturianu–, asina como la garantía de la supervivencia de millones de persones nel mundu.

Lo que la sonrisa escuende
McDonalización del control social

Pero na continuidá d’esti modelu tamién son fundamentales los mecanismos de control. Per un llau, tamos sistemáticamente bombardeaes pola publicidá, na que neños y neñes son munches vegaes el reclamu. La so imaxe ye perimportante pa potenciar un consumu que nun correspuende coles nueses necesidaes. Poro, quienes denunciamos la McBasoria somos multaes por repartir unos panfletos o pone-yos unes pegadielles.
Per otru llau, ye necesario afitar el control de la mano d’obra y de la clientela. La precariedá y los mecanismos de disciplinamientu indireutu son parte del secretu. Les trabayaores nun tienen drechos sindicales, mientres que les consumidores acaben siendo mano d’obra gratuita: recoyida de les bandexes al finar la consumición; seleición de los productos nos supermercaos, etc.


Comida basoria, trabayu basoria, vida basoria
L’Estau de Malestar

L’Estáu xuega un papel cimeru a la hora de sofitar esti modelu. Énte los problemes sociales que vivimos n’Asturies, l’Estáu empéñase n’amenorgar la xusticia al drechu, el drechu a un conxuntu de normes y éstes a un llistáu de sanciones. La despolitización ye l’oxetivu d’esta estratexa. Asina, paez que nun somos condenaes por oponenos a la comida basoria, sinón por nun cumplir colos procedimientos formales pa convocar un manifestamientu na cai.
Frente a la inseguridá social que sofrimos (paru, precariedá, emigración...) l’Estáu respuende cola xeneralización de la videovixilancia o l’aumentu de places de policía. El discursu de la seguridá ciudadana ye la única fonte de lexitimidá pa un Estau que nin quier ni pue iguar tolos demás problemes.

¿Un puñu ensin brazu?
Normalización de la represión n’Asturies

Procedimientu xudicial escontra los trabayaores del seutor naval, específicamente escontra Candido G. Carnero y Juan Manuel M. Morala, con pedimientos yá non solo de multes sinón tamién de penes de cárcele. Concentración facista en Cangues d’Onís, autorizada pol Delegáu del gobiernu español n’Asturies, con prevocación policial y carga escontra la concentración antifacista, con resultáu de 14 deteníes y un total de 22 presones imputaes. Aplicación de la Llei antiterrorista a un militante independentista, con filtración policial a la prensa de semeya y datos presonales del deteníu, rellacionándolu con toes y cauna de les esplosiones ensin esclariar nos llares de partíos y sindicatos españoles ocurríes n’Asturies de magar el 2000 fasta agora, con campaña mediática de criminalización. Multes a 12 presones que se manifestaren pacíficamente nun actu de protesta escontra l’aplicación de la Llei Antiterrorista a F.G.R. Multes a delles organizaciones por pegar cartelos convocando un manifestamientu autorizáu. Activistes multaos por faer pintaes en Corvera. Actuación xudicial escontra los pescaores de L.luarca que se movilizaron escontra l’esfarrapamientu marítimu que suponen los bolos gallegos. Seguimientos policiales y pinchazos telefónicos a xente d’estremaos movimientos sociales, políticos y sindicales. Campañes municipales de descartelización y d’esborriáu de muriales y pintaes, siempres que se traten de temes políticos en Xixón, Mieres, etc. Ganaeros de Porrúa pendientes de xuiciu por dar una cencerrada al presidente del “Principado”. Militantes independentistes deteníos ya identificaos a los que se-yos secuestra’l material de propaganda (Llangréu). Multes por participar n’una concentración pacífica n’ Uviéu pola soberanía alimentaria (que diba faciéndose per 9 años ensin dengún problema). Descomanada carga policial escontra una concentración de trabayaores d’IZAR demientres la inauguración del acuariu xixonés....
Paecen custiones estremaes, pero son lo mesmo. Falamos d’un procesu represivu que respuende a una política de criminalización cola que l’Estáu español da rempuesta a los estremaos conflictos sociales y políticos que carecemos n’Asturies.
Una ofensiva antidemocrática que tien un responsable políticu: Antonio Trevín Lomban, Delegáu del gobiernu español y miembru de la FSA, y un gobiernu del “Principado” (PSOE-IU) que non solo nun custiona’l vergoñante tutelaxe que supón esta figura de Delegáu, sinón que da por bona la política represiva que práutica.

Porque atalantamos qu’esto nun pue permitise, y que frente a ello les rempuestes tienen de dir acullá de los casos concretos y puntuales, fáese pernecesario trabayar a comuña la represión n’Asturies. Y eso ye lo que dende Calecer vos proponemos: un espaciu dende’l que poder, toes y toos xuntos, trabayar escontra la represión y les sos causes.

Calecer (Coleutivu asturianu escontra la represión y poles llibertaes)

Tradición y Municipalismo.

Por una democracia participativa y autogestionaria

El municipalismo se construye como política orgánica, esto es, una política que emerge de la base de la asociación superior humana, yendo hacia la creación de un cuerpo político auténtico y de formas de participación ciudadanas; posiblemente sea éste el último reducto de un socialismo orientado hacia instituciones populares descentralizadas.

Un elemento importante dentro de la aproximación al municipalismo libertario es la posibilidad de evocar tradiciones vivas para legitimar nuestras peticiones, tradiciones que, aunque son fragmentarias e irregulares, aún ofrecen potencialidad para una política de participación con una respuesta de dimensiones globales al Estado.

La Comuna está enterrada todavía en los Consejos de la ciudad (plenos de ayuntamiento);las secciones están escondidas en los barrios; y la asamblea de ciudad está en los ayuntamientos; encontramos formas confederales de asociación municipal escondidas en los vínculos regionales de pueblos y ciudades.

Recuperar un pasado que puede vivir y funcionar con fines libertarlos, no es, ni mucho menos, estar cautivo de la tradición; sino que se trata de hilar conjuntamente los objetivos humanos únicos de asociación que permanecen como cualidades inherentes al espíritu humano, -la necesidad de la comunidad como tal- y que han surgido repetidas veces en el pasado.

Permanece en el presente como esperanzas que acaban de nacer, pero que la gente tiene consigo en todas épocas, saliendo a la superficie en los momentos de acción y libertad.

Murray Bookchin. 

Porto Alegre (Brasil): La experiencia del Presupuesto Participativo: Un modelo de administración popular

Imagínese que usted tuviera capacidad para decidir el presupuesto de su ciudad. Decidir cuanto se gasta y donde, cuales son las prioridades, las obras y programas necesarios. Imagínese que no sólo pudiera decidirlo, sino que tuviera instrumentos para controlarlo.

Seguro que ya le han surgido multitud de ideas, pero seguro que también piensa que no pasa de ser una bonita utopía.

Pues se equivoca. En Porto Alegre, una de las principales ciudades de Brasil, gobernada desde hace tres legislaturas por el Partido de los Trabajadores, se viene realizando desde que se implantó el Presupuesto Participativo hace doce años.

Y los resultados son espectaculares. El mero hecho de que la mayoría decida sobre lo que antes era patrimonio de unos pocos ha provocado un vuelco espectacular en la ciudad.

El proceso

El 60% de la población conoce el presupuesto, y más de cien mil personas participan directamente en su elaboración a través de asambleas

La elaboración del presupuesto anual es un auténtico ejemplo de movilización popular que, durante los doce meses del año, recorre todos los barrios de Porto Alegre.

Cuatro son los principios básicos: transparencia, participación, control y, sobre todo, capacidad de decisión en manos del pueblo.

Para facilitar la democratización del proceso se han establecido 16 áreas geográficas, organizadas en asambleas de base y 5 unidades temáticas, donde se discuten aspectos comunes a toda la ciudad con la participación de organizaciones sociales.

El acto inaugural consiste en una asamblea abierta (anunciada desde la prensa, radio, televisión, buzoneando...) donde se presenta el balance del presupuesto anterior (especificando dónde ha ido a parar hasta la última moneda, respondiendo de que compromisos habían y que porcentaje de consecuencia). La asamblea critica y aprueba el balance, pudiendo tomar medidas (investigaciones, multas, destituciones) si existe algún desajuste, estableciéndose la primera base de transparencia y control.

Las asambleas de las áreas y unidades temáticas establecen las prioridades para cada barrio y sector, y eligen, por sufragio directo, a los delegados para el Foro de Delegados y el Consejo Municipal.

Se pasa a una etapa de trabajo donde, por comisiones abiertas, cada área elabora una propuesta de las obras y programas que considera necesarios.

El Consejo recoge las propuestas, revisa su viabilidad atendiendo a los recursos disponibles y elabora una propuesta de prioridades que se entrega al Foro de delegados. Éste vuelve a trasladarlo a las asambleas de base para que establezcan críticas y enmiendas, velando por el cumplimiento de las órdenes recibidas. El borrador retorna al Foro para su aprobación.

Una vez aprobado el marco general del presupuesto se pasa a elaborar un Plan de inversiones, que contempla las siguientes reglas: las prioridades que ha establecido cada área, la población (las más pobladas reciben más), y la carencia de servicios (las menos desarrolladas disfrutan de mayor aportación).

El Plan de inversiones sigue el mismo camino, es discutido en asambleas y aprobado por el Foro y el Consejo.

Cada año se realiza el mismo proceso, cada año la población se pronuncia y el gobierno municipal rinde cuentas.

Por la base, las asambleas locales no sólo tienen capacidad para decidir las prioridades y las obras concretas (dónde va el dinero), sino que controlan y aprueban cada uno de los pasos, pueden decidir como se recaudan los impuestos municipales (quien paga más y quien menos), los comités fiscalizan todas las obras...

El Foro de delegados se convierte en un verdadero parlamento popular donde las diferentes áreas entran en común, unifican los criterios, deciden qué barrios necesitan una mayor atención, elabora los proyectos comunes a toda la ciudad.

Por último el Consejo, con participación de asesores, elabora la resolución técnica de los presupuestos.

Cada estrato superior se somete al control y la voluntad del inferior y, aunque el mandato es por un año, la decisión popular puede revocar a cada uno de los representantes.

Las autoridades municipales tienen representantes en el Consejo, pero éstos carecen de derecho a voto, simplemente asesoran a los representantes populares, dotándoles de todos los medios para que sus demandas puedan traducirse en hechos.

Pero la perspectiva del trabajo no se reduce únicamente al mandato anual. Se han celebrado ya dos asambleas masivas, llamadas“Ciudad constituyente”, donde se han trazado las líneas de un desarrollo a largo plazo, que deberá ser ejecutado por una Comisión integrada por delegados elegidos democráticamente.

Los resultados

El mero hecho de ampiar la capacidad de decisión ha provocado un espectacular avance

Porto Alegre, ciudad de 1.290.000 habitantes y centro de un área metropolitana de tres millones, era, hasta hace bien poco, un prototipo de ciudad del Tercer Mundo. A pesar de situarse en el riquísimo estado de Rio Grande do Soul, la tercera parte de la población se hacinaba en periferias llenas de chabolas, sin agua corriente, alcantarillado... La concentración de la riqueza escupía la pobreza extrema de la mayor parte de la población frente a la abundancia de la ínfima oligarquía local.

En los último doce años, la situación ha dado un giro espectacular. El agua potable y el alcantarillado llega hasta el 98% de las familias; 30 kilómetros de los suburbios se ha asfaltado; las inversiones en educación se han duplicado; se han construido hospitales, viviendas a bajo precio, parques, etc. Fruto de todos estos avances, la esperanza de vida se ha situado en 70 años, avanzando siete puntos en apenas diez años; las zonas más depauperadas, excluidas económica, social y políticamente, se han integrado a la marcha general de la ciudad.

Hoy, Porto Alegre es reconocida por la ONU como una de las 42 ciudades más habitables del mundo.

¿Qué ha provocado este cambio radical? Los recursos disponibles son prácticamente los mismos, no se han elevado los impuestos, ni se ha practicado ninguna política de ajuste.

Simplemente, gracias a la puesta en marcha del presupuesto participativo, el 60% de la población conoce el contenido del presupuesto y hasta cien mil personas participan, desde las asambleas, en su elaboración de principio a fin.

El mismo dinero, controlado por las fuerzas más dependientes de la oligarquía local y gestionado en función del interés de unos pocos, apenas daba para una mezquina beneficencia.

Se ha demostrado que no sólo es posible, sino que podemos hacerlo mejor. La sabiduría popular para gestionar el dinero de acuerdo a las necesidades de la gente, dirigiendo la solidaridad de unos barrios hacia otros, eliminando la corrupción.

Los habitantes de Porto Alegre han conseguido lo que ilustres funcionarios del FMI o el BM habían decidido que era imposible.

Si se ha comprobado la“productividad y eficacia” de esta iniciativa, ¿por qué no se aplica masivamente? 70 ciudades brasileñas ya se han sumado, Montevideo se lo está planteando seriamente. ¿Que opinan los flamantes alcaldes de algunas grandes capitales del primer mundo? Tendrán que explicar en base a que intereses se oponen.

No es el mercado... es el poder

Una de las valoraciones más extendidas sobre la globalización es que la política está asistiendo a su entierro mundial, amortajada por el poder de las grandes transnacionales.

Porto Alegre sirve, a pequeña escala, para romper esta ilusión. No hay que culpar al mercado de lo que es obra de los hombres.

Los éxitos de la ciudad brasileña evidencian que la catastrófica situación de muchas ciudades del Tercer Mundo sólo corresponde a los negros intereses de los círculos de poder, y que el único camino de desarrollo posible pasa por conquistar la capacidad de decisión real. No es un problema de las leyes del mercado, sino de poder, de quien decide sobre el dinero que generamos entre todos. Si el ámbito se reduce a unas pocas manos, la situación es de escasez. Si las decisiones están en manos de millones, la abundancia florece.

Y, en la medida en que crece la organización y capacidad de decisión popular, aumenta la conciencia y la radicalidad. El alcalde de Porto Alegre plantea como“la gente se ha dado cuenta de que algunas cosas no dependen sólo de lo que aquí ocurre, sino que están relacionadas con la estrucura social y económica de todo el país. Ahora quieren más y están empezando a plantearse cosas más profundas”.

Reflexiones democráticas

En la historia de la democracia moderna existe un documento clave. Se trata de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano formulada por la Revolución Francesa. En su Preámbulo podemos leer: “...la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son la única causa de la infelicidad pública y de la corrupción del gobierno”. Conviene recordar estos textos básicos porque en parte conservan toda su vigencia y nos pueden dar lecciones para nuestro presente.

Desgraciadamente andamos más bien escasos de cultura democrática. Han pasado varios años desde el cambio de régimen y creo que para, la mayoría, su obligación cívica se reduce, en el mejor de los casos, a depositar su voto en la urna cada vez que hay elecciones. Además, ¿estamos seguros de que el voto que depositamos es fruto de una decisión nuestra bien pensada y no mediatizados por una sugestión publicitaria bien a favor de un partido o candidato o en contra de otro?.

Democracia no es sólo votar, es además participar. Y no podemos creernos, aunque así lo establezca la democracia a medias que disfrutamos (si la comparamos con la dictadura anterior) o padecemos (si lo hacemos con una auténtica) que los únicos cauces de participación hayan de ser los partidos políticos. ¿Qué ocurre cuando el grado de democracia interna de los propios partidos es tan pequeño y, en varios casos inexistente?. Otra característica que mengua nuestra democracia es la falta de una cultura del pacto entre la clase política. Si consiguen mayoría absoluta desprecian olímpicamente a la oposición. Y, si no la consiguen, los llamados partidos bisagra se convierten en auténticos tiranuelos, imponiendo tanto o más que su ideología, el control de resortes de poder y de presupuesto. Los partidos poderosos, beneficiarios y garantizadores del bipartidismo, ningunean a los minoritarios como si detrás de ellos no estuvieran unos votantes, también depositarios en parte de eso que se llama pomposamente la soberanía nacional.

Luego está el desinterés de la mayoría de los ciudadanos por la cosa pública. Un viejo refrán venía a decir algo así como “cosa del común, cosa de ningún”. Sólo cuando alguna decisión colectiva nos afecta particularmente, sobre todo si es al bolsillo, nos aprestamos a movilizarnos y a elevar nuestras peticiones o quejas a los gobernantes. Creemos que la política es competencia exclusiva de los políticos. Mal puede funcionar una democracia con estos mimbres. Salvador sólo hubo uno y fue Jesucristo y, aun así, no nos salva a la fuerza, hemos de poner algo de nuestra parte. Y si pensamos que algún líder o partido va a ser la panacea de nuestros males colectivos, estamos aviados. Es, entre todos, cada uno en su puesto, como hemos de afrontar las tareas colectivas.

Tampoco los medios de comunicación que tan eficaz papel ejercieron durante la transición, responden a las exigencias democráticas. Los públicos, fieles servidores del gobernante de turno. Y los privados, sometidos a un creciente proceso de concentración oligopolística, defienden dócilmente los intereses de sus empresas que lógicamente son los del sistema neoliberal. Es una hora triste en que más que de censura hay que hablar de autocensura. La cacareada libertad de opinión se traduce en una sociedad desinformada, narcotizada por programas basura y entregada al “voyerismo” del cotilleo de los famosos.

A la ignorancia, se une el olvido. Una desmemoria colectiva, azuzada desde el poder y protegida por los agentes sociales. Los niveles de resistencia a este olvido son escasos. La memoria alimenta la conciencia. Nos obliga a decir NO en muchas ocasiones, a desconfiar de quienes antes nos engañaron y pretenden seguir haciéndolo. Y nos anima a ser leales a esas convicciones que nos convierten en personas dignas y responsables. Sin memoria, simplemente no somos nosotros y ni siquiera somos. Una persona, un Pueblo necesita la memoria para existir, para vivir de pié. Pero la memoria propia, no la ajena que no pasa de ser una invención mentirosa.

Pero, sobre todo, hay que insistir en que la esencia de la democracia es la defensa y promoción de los derechos humanos. De todos, no sólo de los individuales –libertad, propiedad, seguridad- tal como fueron definidos en las Constituciones decimonónicas, como la americana y la francesa revolucionaria. En este sentido, hemos de proclamar cómo de los tres principios revolucionarios –Libertad. Igualdad y Fraternidad- sólo uno fue atendido, la libertad, pero en un sentido puramente individualista; la igualdad quedó reducida a un marco jurídico, “ante la Ley”, ciega y sorda ante las desigualdades reales; y la fraternidad que debía empastar las dos anteriores fue pura retórica. Por eso, es hora de defender, al lado de los derechos y personales, los colectivos, económico-sociales-culturales, junto a los de novísima generación de respeto a la naturaleza, de conservación del patrimonio genético de nuestra especie y de no-admisión de propiedad intelectual sobre cualquier forma de vida, unicelular, vegetal o animal.

La situación se agrava, cuando en los últimos tiempos asistimos en el mismo occidente al asalto por gobiernos que se llaman democráticos, apoyados por sectores timoratos de opinión, contra las libertades fundamentales. El miedo que suscitan fenómenos como la inmigración creciente o los ataques suicidas terroristas están propiciando esta reacción. Por eso conviene recordar aquellas palabras que escribiera Benjamín Franklin: “Quienes renuncian a su libertad esencial para conservar parte de seguridad temporal, no merecen ni la libertad ni la seguridad”.

 

Pedro Zabala