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PARTÍU CARLISTA: pola defensa de la nuesa tierra

Seis mil lenguas, un patrimonio en peligro

Seis mil lenguas, un patrimonio en peligro Multilinguismo

Ranka Bjeljac-Babic*

¿Están condenadas a desaparecer a corto plazo la inmensa mayoría de las lenguas? Los linguistas estiman que una lengua solo puede sobrevivir si cuenta con más de 100.000 hablantes. Ahora bien de las cerca de 6.000 lenguas que existen hoy día en el mundo, la mitad es hablada por menos de 10.000 personas y un cuarto por menos de 1.000. Apenas unas veinte cuentan con millones de hablantes.

La muerte de las lenguas no es un fenómeno nuevo. Desde que se diversificaron, al menos 30.000 (algunos hablan incluso de 500.000) nacieron y se extinguieron, a menudo sin dejar huella. A esta gran mortalidad corresponde una duración media de vida relativamente breve. Escasos son los idiomas que, como el vasco, el egipcio, el chino, el griego, el hebreo, el latín, el persa, el sánscrito, el tamil y algunos otros lograron cumplir 2.000 años. Lo que es una novedad, en cambio, es la rapidez con que perecen en la actualidad. Remontándonos en el tiempo, advertimos que la disminución de la diversidad lingüística se aceleró considerablemente a raíz de las conquistas coloniales europeas, que eliminaron al menos el 15% de las lenguas habladas en esa época. Y, si en el curso de los tres últimos siglos Europa perdió unas diez, en Australia no quedan más de 20 de las 250 habladas a fines del siglo XVIII. En Brasil, 540 (o sea las tres cuartas partes) murieron desde que se inició la colonización portuguesa, en 1530.

El nacimiento de los Estados-nación, cuya unidad territorial estaba estrechamente ligada a su homogeneidad lingüística, también fue un factor decisivo de la consolidación de las lenguas adoptadas como nacionales y de la marginalización de las demás. Los gobiernos nacionales, en su marcado empeño por instaurar una lengua oficial en la educación, los medios de comunicación y la administración, procuraron deliberadamente eliminar las lenguas minoritarias.

Este proceso de homogeneización lingüística se reforzó con la industrialización y el progreso científico, que impusieron nuevos modos de comunicación, rápidos, sencillos y prácticos. La diversidad de idiomas fue considerada entonces como un obstáculo a los intercambios y a la difusión del saber. El monolinguismo pasó a ser un ideal. Es así como a finales del siglo XIX surgió la idea de una lengua universal (se pensó incluso en volver al latín), lo que dio lugar a una proliferación de lenguas artificiales. La primera de ellas fue el volapuk, siendo el esperanto la que tuvo el éxito más resonante y la mayor longevidad. En tiempos más recientes, la internalización de los mercados financieros, la difusión de la información por medios electrónicos y los demás avatares de la mundialización han contribuido a acentuar las amenazas que pesaban ya sobre las lenguas pequeñas. Una lengua que no está en internet es una lengua que casi “ha dejado de existir”. Queda al margen del comercio.

El ritmo de extinción de las lenguas ha alcanzado así proporciones sin precedentes en la historia: diez al año a escala mundial. Según los pronósticos mas sombríos, 50% a 90% de las lenguas habladas hoy día morirán en el curso del presente siglo. Preservarlas es un asunto urgente. Las consecuencias de la desaparición de las lenguas son graves en más de un sentido. En primer lugar, si nos tornáramos todos uniformemente monolingues, es posible que nuestro cerebro resultara afectado al punto de perder parte de su capacidad innata de creación lingüística. A continuación, todo intento de remontarse a los orígenes del lenguaje humano se volvería imposible y el misterio del primer idioma jamás se dilucidaría. Por último, con la muerte de cada lengua, un capítulo de la historia de la humanidad se cierra para siempre.

El plurilinguismo es el reflejo más fiel del multiculturalismo. La eliminación del primero acarreará inevitablemente la pérdida del segundo. Imponer un idioma -sea regional o internacional- a poblaciones cuya altura y estilo de vida no se identifican con él es acallar la expresión de su genio colectivo.

Las lenguas no sólo son el medio primordial de comunicación entre los seres humanos, sino que encarnan también la visión del mundo de sus hablantes, su imaginación, sus formas de transmitir el saber. Pese a su parentesco, reflejan de manera diferente la realidad. Si tratamos de inventariar las palabras que existen en todos los idiomas y que tienen estrictamente el mismo sentido, se da uno cuenta de que hay a lo sumo 300, tales como yo, tú, nosotros, quien, que, no, todo, uno, dos, grande, largo, pequeño, mujer, hombre, comer, ver, oir, sol, luna, estrella, agua, fuego, caliente, frío, blanco, negro, noche, tierra.

El peligro que se cierne sobre el multilinguismo es análogo al que afecta a la biodiversidad. No solo porque la gran mayoría de las lenguas son especies en vías de desaparición, sino también porque entre la diversidad biológica y la diversidad cultural existe un lazo intrínseco y causal. Al igual que las especies vegetales y animales, las lenguas en peligro son endémicas, o sea están confinadas a una región exigua. Más de 80% de los países donde existe una megadiversidad biológica forman parte de los que albergan el mayor número de lenguas endémicas. Esta correlación se explica por el hecho de que los grupos humanos, al adaptarse al entorno en que evolucionan, crean un conocimiento especial de su medio que se refleja en su lengua y, a menudo, únicamente en ésta. Gran parte de los recursos naturales en peligro sólo son conocidos actualmente por algunos pueblos cuyas lenguas se extinguen. Al morir éstas se llevan consigo todo el saber tradicional sobre el medio ambiente.

En 1992, la Cumbre de Río creó dispositivos para luchar contra la reducción de la biodiversidad. Ha llegado la hora del “Río de las lenguas”. La toma de conciencia de la necesidad de proteger ese patrimonio surgió a mediados del siglo XX, cuando los derechos lingüísticos se integraron en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Desde entonces se han iniciado diversos proyectos internacionales, a fin de salvaguardar lo que ahora se reconoce como patrimonio de la humanidad. Aunque no logren poner término al proceso de extinción de las lenguas, tienen el mérito de atenuarlo y de promover el plurilinguismo en el mundo.

* Ranka Bjeljac-Babic es catedrática de Psicología del Lenguaje en la Universidad de Poitiers, Francia.

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